April 2017
The Wandering Minstrel
Ok, so imagine you are a young, married woman living in a
foreign country with little freedom or energy to go out alone, no children, and
no financial need to work. What do you do with yourself?
This is the question I have been asking myself for the past
few months.
My first idea was to help on the family farm – sweeping the
guinea pig stalls, helping to harvest flowers (once), as well as cooking and
cleaning for the family. The upside to that scenario was that I nearly always
had company, was breathing fresh air at the farm, and could follow
conversations about the family business, how it was going and so on. The
downsides were that I was finding all the physical labour too exhausting, and
wasn’t using my skills in music or language (besides speaking in Spanish), so
felt like I wasn’t really being myself.
My second idea was to stay at home and work online –
designing online courses, writing and illustrating poetry, and chatting with
international friends on Facebook. I still kept cooking and cleaning, but not
every day like I was before. The upside to this scenario was that I was using
my language and artistic skills and had a greater earning potential (yet to be
realised for various reasons), but the downside was that I quickly started to
feel lonely and isolated – even though I was eating meals with the family three
times a day.
Staying at home, my energies started to improve slightly, I
began some weight training to build strength, and started to dream of running a
face-to-face music and dance business in the future. However, this ‘future’
seemed very far away, seeing as a formal business would require a decent investment,
at least one other skilled employee, and a LOT more stamina than what I had
(and have currently). In the meantime, I envisaged myself being locked away in
a room on my computer for months on end, trying to make money to start this
business, while outside of the house there was an abundance of joyful, friendly
people, beautiful mountains, plants, animals and LIFE in general which I would
be missing out on.
When the ‘rubber hit the road’ so to speak, I realised what
I was really wanting was to be with people, have a few different nearby places
where I could go, and do things I enjoy doing and am good at.
This insight lead me to idea number three: becoming a ‘wandering
minstrel’!
For the last two weeks, I have taken any and every
opportunity to hang out with various family members in the house, at the farm,
at the cousins’ houses, etc. and play music either in the background while they
work, or as a short sing-along concert. I’ve been playing charango (a small,
Andean lute-like instrument) to accompany myself singing, quena (pan flute),
keyboard, and have recently purchased a violin — which is quickly becoming a
hit because it is used in many of the local folk-music genres.
The interesting thing is that – while relatively few people
here in Huancayo play an instrument – most Peruvians I’ve met love music, and enjoy singing, clapping
and dancing along to the tunes they know. This means that playing some of the
most popular songs from various local and international genres is a way I can
share my musicality and also enter into the local culture—Josue’s family’s world.
It’s a way of connecting and feeling like part of a group. It’s a way to feel
special and also to be humbled as I allow others to teach me about their
culture. It’s a way to get out of the house and still be using the time to
improve skills which will put me in good stead to hopefully teach music in the
future. It’s a terrific way to make friends and also to do networking – some listeners
have expressed interest in learning to play an instrument and/or collaborate
with me in creative projects!
So… for now, I’ve become a wandering minstrel. I wonder what’s
next???
abril del
2017
La Trovadora Ambulante
Bueno... imagínate que eres una joven mujer que vive en un país ajeno, que tiene poca
libertad para salir sola, no tiene hijos, y no necesita trabajar. ¿Qué haces
con tus días?
Esta es la
pregunta que yo me he estado haciendo durante los últimos meses.
La primera
idea era ayudar en el campo familiar—barrer la casa de los cuyes, ayudar a
cosechar flores (una vez), y también cocinar y limpiar la casa para toda la familia.
Lo bueno de esa situación era que casi siempre tenía compañía, respiraba aire puro
en el campo y podía seguir las conversaciones acerca del negocio floricultor de
la familia. Lo malo era que la labor física me cansaba demasiado, y no estaba
aprovechando de mis habilidades con la música y el lenguaje, haciéndome sentir que no
estaba siendo ‘mí misma’.
Entonces,
la segunda idea era quedarme en la casa y trabajar en la computadora por
Internet—grabar cursos virtuales, escribir e ilustrar poesía y conversar con
amigos de todo el mundo por Facebook. Seguía cocinando y limpiando también,
pero no todos los días como al comienzo. Lo bueno de esta situación era que yo sí
estaba utilizando mis habilidades y tenía más potencial para ganar plata (que
no se ha realizado todavía por varias razones), pero lo malo era que
rápidamente comencé a sentirme muy sola y aislada—aunque comiera tres veces por
día con la familia.
Mis
energías mejoraron un poco en ese tiempo, empecé a levantar pesas livianas para
volverme más fuerte, y también me puse a soñar con la idea de abrir una escuela
de música y danza en el futuro. Sin embargo, ese ‘futuro’ parecía bastante
lejana, ya que sería necesario ahorrar para invertir en el negocio, encontrar
al menos un ayudante con habilidad musical, y requeriría mucha más estamina de
lo que yo tenía (y de la que sigo teniendo en la actualidad). Mientras tanto, estaría
encerrada en un cuarto con la computadora por meses y meses para ahorrar lo
necesario, y afuera de ese cuarto habría una abundancia de gente alegre,
montañas hermosas, plantas, animales y VIDA en general que yo me estaría
perdiendo.
Entonces, llegó el
momento en que me di cuenta que lo que realmente buscaba era estar con otras personas en sitios cerca de la
casa, donde podría hacer las cosas que me gustan.
Eso me
llevó a la idea número tres: ¡convertirme en trovadora ambulante!
Durante las
últimas dos semanas, he aprovechado de cada oportunidad para pasar tiempo con
varios miembros de la familia extendida en la casa, en el campo, y en las casas
de los primos—o tocando instrumentos como banda sonora, o dando pequeños
conciertos para que todos canten. He tocado charango para acompañar el canto,
quena, órgano electrónico y recientemente he comprado un violín. El violín se
está haciendo popular con mis audiencias porque lo utilizan para tocar varios
géneros de música folclórica en esta zona.
Lo interesante
es que—mientras no hay tanta gente acá en Huancayo que toque instrumentos—parece que a todos les gusta la música en general. Les gusta escuchar, cantar, sonar las palmas y
bailar un ratito con sus temas favoritos. Eso significa que tocar algunas de
las canciones más populares de los géneros locales e internacionales es una
manera de compartir mi amor a la música y también entrar a la cultura de ellos—a su
mundo. Es una manera de sentir que tengo algo especial para aportar y también poder aprender de
los demás acerca de su cultura. Es una manera de salir de la casa (acompañada)
y todavía poder mejorar habilidades que me permitirán a enseñar música en el
futuro. Ultimo, es un modo excelente de hacer amigos y construir una red social.
¡Sucede que algunos que me han escuchado dicen que quieren aprender a tocar un
instrumento, o también colaborar en proyectos creativos conmigo!
Así que por
ahora soy trovadora ambulante. Me pregunto: ¿Cuál será la próxima idea?
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